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Historia del Teatro Musical (Segunda Parte)



LOS LOCOS AÑOS VEINTE

Al principio, las películas eran silenciosas y representaban sólo un desafío limitado al teatro. Pero hacia fines de los años 1920, películas como el Cantante de Jazz hicieron preguntarse a los críticos si el cine sustituiría al teatro vivo. Los musicales de los años veinte, que toman prestado del vaudeville, el music hall y otros espectáculos similares, tendían a acentuar a las estrellas, a las grandes rutinas de bailes y canciones populares y no así al argumento. Muchos espectáculos eran revistas con poco argumento.

Típicas de la década fueron producciones alegres como Sally, Lady Be Good, Sunny, Tip Toes, No, No, Nanette, Oh, Kay! y Funny Face. Sus libretos pueden haber sido olvidables, pero produjeron músicas memorables de George Gershwin, Cole Porter, y Richard Rodgers y Lorenz Hart, entre otros. Los auditorios aplaudieron estos musicales a ambos lados del océano Atlántico, mientras seguían frecuentando las operetas populares que seguían saliendo de Europa, y también de compositores como Sigmund Romberg en América. Claramente, el cine no había matado el teatro en vivo.

Dejando estos espectáculos alegres, se estrenó en Nueva York el 27 de diciembre de 1927 Show Boat, con una completa integración de libreto y música, con temas dramáticos, dichos tanto a través de la música como del diálogo. Con un guión y letras adaptado de la novela de Edna Ferber por Oscar Hammerstein II y P. G. Wodehouse, con música de Jerome Kern, presentó un nuevo concepto que fue abrazado por los auditorios inmediatamente. La producción original llegó a un total de 572 interpretaciones.


LOS AÑOS 1930

Animados por el éxito de Show Boat, los equipos creativos siguieron con ese popular " formato". Of Thee I Sing (1931), con música y letras de George Gershwin e Ira Gershwin y M. Ryskind. The Band Wagon (1931), con música de Arthur Schwartz y Howard Dietz, protagonizado por Fred Astaire y su hermana Adele, más bien una revista que originó dos versiones en película con "libretos" musicales en el verdadero sentido. La obra Anything Goes (1934) de Porter afirmó la posición de Ethel Merman como la Primera Dama del teatro musical. Porgy and Bess (1935) de Gershwin, un paso más cercano a la ópera, en algunos aspectos presagió otros musicales "de ópera" como West Side Story y Sweeney Todd.

El musical había evolucionado finalmente más allá de los gags y musicales de coristas de los alegres años noventa y locos años veinte, integrando historias dramáticas a las formas cómicas más tempranas añadiendo la herencia romántica y musical que había recibido de la opereta.

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